La evolución sin fin de un creativo

Entrevista a Gonzalo Pedraza

Por Felipe Forteza

Este artista es singular. No solo porque su obra es de gran calidad y contenido, sino porque el periplo que ha recorrido para llegar a donde está no es cuestión de suerte. Historiador del arte, investigador, curador o artista visual, la excelencia con que ha ejecutado cada uno de estos roles lo han llevado a ser catalogado como uno de los creadores más promisorios del arte nacional.     

Hay que poner ojo con Pedraza, porque lo que se propone, lo conquista. Lo conocí en casa de una conocida gestora cultural hace 10 años, y desde ese momento, con tan solo 26 años, ya prometía. A esa altura ya era un hombre maduro que profundizaba y reflexionaba con gran agudeza cada tema que discutía, como si desde ese momento, y antes tal vez, se estuviera preparando para lo que vendría, y hoy se vislumbra con claridad. 

Estudió Teoría e Historia del Arte y realizó una Maestría en Estudios Latinoamericanos, ambos en la Universidad de Chile, aunque confidencia: “creo que donde realmente estudié fue en mi casa, teníamos muchas enciclopedias, un gran jardín y papeles y lápices, creo que todo eso es mucho más formativo”.

Sus habilidades son amplias, como también su trayectoria. Múltiples curatorías independientes, coordinación de residencias internacionales, colaboraciones en la Beca Arte CCU o su trabajo como curador en Matucana 100 le han brindado experiencia, redes y admiración. Cada etapa ha sido desarrollada en forma impecable, inclusive la reciente postulación para representar a Chile en la Bienal de Venecia o la muestra en CV Galería. 

¿Cuéntanos algo de tu trayectoria en el arte?

Salí a los 21 años de la Universidad y traté de hacer algo que no se hacía de manera oficial en el medio: ser curador. Entendía poco de qué se trataba, pero básicamente era armar exhibiciones: desarrollar un problema, buscar obras que dialogaran con esa idea y exponerlas en un espacio contando ese relato. Me formé con antiguos curadores que encontré en varios libros y que también eran pintores, museógrafos, escritores y aventureros. Con todas esas cualidades me transformé en artista y hasta el día de hoy sigo esa línea. 

¿En que categoría profesional te sientes más cómodo?

En todas, pero principalmente como artista. Comencé en 2008 creando una exhibición con las obras de arte que los vecinos de una población prestaban, se llamó “Colección Vecinal” y consistió en ir puerta a puerta preguntando: ¿me presta su obra de arte?, nos decían: no tengo; y respondíamos: lo que más se parezca. Aparecieron cuadros de marinas, paisajes, fotos, artesanías y recuerdos pegados en los muros. Reuní más de 300 piezas y se construyó un gabinete. 

¿Cuál ha sido tu mayor privilegio en el arte?

Conocer. Personas de toda índole, de cabezas, clases, oportunidades e imaginaciones dispares. También estudiar todos los días tres horas, crear y hacer exhibiciones, rodearme de gente amable que me apoya. Soy muy privilegiado frente a un mundo donde es escaso el privilegio. 

¿Qué período del arte, nacional e internacional encuentras más interesante?

¡Qué difícil! Del arte nacional, lo que se produjo en los bordes del siglo XIX: exhibiciones, parques y eventos universales. En el internacional la pintura de gabinete en el siglo XVI: un grupo de pintores se dedicó a retratar colecciones en cuadros de mediano formato, debían pintar otros cuadros de pintores famosos “copiando su mano”, también materialidades como oro, plata, cristal, metal y bronces, desarrollar naturalezas desconocidas y elementos curiosos sin data. 

¿En qué piensas cuando creas una obra?

No pienso nada. Trabajo todo el día, me levanto a las 8 de la mañana y estudio tres horas, trabajo en la “gestión de mi vida” y en el taller de la manera más equilibrada. En la noche antes de dormir, o hasta en el mismo día, aparecen imágenes exactas de las obras que quiero, yo lo llamo “el regalo de la creatividad post trabajo”, o más fácil: un pajarito que aparece sin plan de vuelo como decía la Violeta Parra.

¿Crees que en Chile se puede fortalecer el coleccionismo?

Es complejo. Hay un coleccionismo de pocas personas que respetan la labor del artista y crean un acervo interesante según sus gustos e ideas. En esa línea destaco a Juan Yarur y Pedro Montes. Por otro lado, hay un coleccionismo de portonazo: el artista es castigado en el precio, ya que lo consideran caro para lo que “es” y se debe agradecer por estar ahí. Por tanto más que una adquisición es un favor. Otros hablan mucho de sus colecciones, de su línea curatorial y tienen veinte piezas pequeñas porque salen más baratas y caben en la maleta… usan el coleccionismo para subirse el pelo. Estas prácticas vienen también de siglos, el arribismo es milenario. El arte es un bien de lujo que solo pocos pueden comprar. Aun así, el sistema de arte local ya entiende los códigos.

¿Las ferias de arte son necesarias en Chile?

En Chile la feria de arte de todos es Ch.ACO, lleva 10 años y ha hecho un cambio en la percepción del arte por parte de todos. Antes era feo y malo vender, ahora es algo natural. Los mismos que nos enseñaban a no vender, hoy son los que venden más caro. La feria ha tenido muchos programas y todo el sistema se ha beneficiado: ventas, visibilidad, viajes, becas, etc. Una feria es una empresa privada que entrega un espacio y un tiempo para vender. Al ser privado no sé si es necesario para un estado. Para Chile es necesario un museo con una colección permanente de arte, grupos humanos con capacidades y formaciones de alto nivel intelectual y ético, espacios que contengan a los distintos protagonistas del arte y construyan audiencias. Esas son cosas de primera necesidad. Es como si me preguntaras si es necesario el espumante, te diría sí, pero es más necesaria el agua. 

¿Cuáles son tus proyectos futuros?

Millones, pero como dicen las viejas: mejor no contarlos para que resulten