Mujeres chilenas

pioneras en el arte.

En el contexto del mes de la mujer, CV Galería conmemora la gran labor que distintas artistas chilenas tuvieron a lo largo de la historia, siendo muchas de ellas pioneras, tanto en el país como en el exterior, en cada una de sus disciplinas.

Presentamos un listado de artistas con el que hoy queremos homenajear  y recordar en este, su mes.

En CV Galería buscamos fortalecer la hibridación de la cultura y el sentido de comunidad. En él conviven el arte, la gastronomía, la arquitectura, la botánica y el diseño. De esta forma generamos un círculo virtuoso entre creación, trayectoria, talento y visión. Queremos promover e invitar a las actuales y futuras generaciones a ser parte de este mundo cultural, que fomenta la creatividad, la perseverancia, la memoria y quiere incentivar a cada uno de quienes forman la comunidad CV, a ser parte de la vida cultural local. 

Información @mujeresbacanes

Marcela Paz, ESCRITORA CHILENA. 

Tercera mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura de Chile, en 1982. Su gran aporte a la literatura chilena son las aventuras de un niño de 8 años, Papelucho, que tiene una imaginación e ingenio encantadores. 

Esther Hunneus Salas nació el día bisiesto de 1902 en Santiago. Marcela Paz fue el seudónimo que creó Esther,  con la mezcla de una de sus escritoras favoritas, Marcella Auclair y la palabra Paz, pues le gustaba la idea de lo que significaba.

La niñez de Esther la pasó en su casa, educada por institutrices y sumida en su imaginación. Segunda de ocho hermanos, la futura novelista sufrió la muerte de su hermana mayor cuando tenía 11 años, un momento que la hizo ser aún más introvertida. Fue por este tiempo que comenzó a leer a Stefan Zweing, Fedor Dostoyevski y Anton Chejov, quienes influenciaron su futura carrera de escritora.

Su primera producción literaria que alcanzó fama fue Pancho en la luna, de 1927, con el cual ganó el premio del Concurso Sanidad. Sus escritos de tono familiar comenzaron a aparecer como breves cuentos en revistas como Lectura, El Peneca, Ecrán, Zig-Zag, Eva, Margarita y la página infantil del diario La Nación, El Diario Ilustrado y La Tercera. En todos publicaba con sobrenombres como Paula de la Sierra, Luki, Retse, P. Neka, Juanita Godoy, Nikita Nipone, entre otros.

Su obra más famosa, Papelucho, hoy reeditado más de 70 veces, recibió el premio de honor de la editorial Rapa Nui en 1947. Este libro y los que vinieron después, siempre tienen de protagonista a Papelucho, niño de 8 años que tiene muchas aventuras en su cabeza. La historia, basada en las experiencias infantiles de Marcela Paz, dan cuenta de cómo la imaginación de un niño interpreta lo cotidiano con un ingenio que siempre termina por hacer que las cosas terminen mal. La personalidad de Papelucho lo hace uno de los personajes infantiles más queridos de la narrativa chilena, pues además de sus peripecias, son historias que no tienen un tono moralista, lo que era muy alejado de la realidad social de la época en que comenzaron a publicarse.

Papelucho cuenta con 12 títulos, como Papelucho casi huérfano (1952), Papelucho perdido (1960), Papelucho en vacaciones (1962), Papelucho, mi hermana Ji (1964) entre otros. Estos han sido traducidos al francés, griego, ruso, inglés, italiano y japonés, en más de 400 ediciones. Son hasta hoy libros de lectura obligada en todos los colegios chilenos.

Marcela Paz recibió en 1982 el Premio Nacional de Literatura de Chile por unanimidad, por “atención a su dedicación especial al cultivo de la literatura en especial a la narrativa infantil; al hecho de haber creado un personaje literario de alcances nacionales y universales; como una distinción a las numerosas mujeres que en nuestro país cultivan la literatura en forma sobresaliente”.

Además de su labor como escritora, Marcela Paz ayudó a fundar IBBY (International Board on Books for Young People: Organización Internacional para el Libro Juvenil),un colectivo internacional que fomenta la lectura de niños y jóvenes. Y en un sentido más social, creó el Hogar Santa Lucía, para niños ciegos, que hoy es un Colegio, el primero de Latinoamérica, que atiende a niños con discapacidades visuales.

 

Lily Garafulic  una gran ESCULTORA CHILENA. ⁠

“Nunca estuve en ninguna de las listas de niñas que querían asegurar marido y casa. Quise ser otra cosa desde mi infancia. Los niños jamás me interesaron y la soledad me ha sido soportable porque me casé con lo que amaba, la escultura… Le he dado todo, mi vida. Eso es amor”. ⁠

⁠Nació en Antofagasta, en 1914, hija de padres croatas. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile entre 1934 y 1937, donde fue alumna y luego ayudante de Lorenzo Domínguez.

En 1939 conoció a Constantin Brancusi en París, lo que produjo un quiebre con su maestro al volver a Chile. Fue profesora de escultura en la Escuela de Bellas Artes durante 37 años. En 1945 obtuvo la beca Guggenheim y partió a Nueva York, donde estudió grabado en el Atelier 17 con William Hayter. 

En 1959 viajó a Isla de Pascua, experiencia que según la artista marcó un antes y después de su obra. En 1973 se convirtió en la primera mujer en asumir la dirección del Museo Nacional de Bellas Artes. En 1995 fue reconocida con el Premio Nacional de Arte. Falleció el 15 de marzo de 2012, en Santiago.

Portada de la revista estadounidense Life, en la cual posó junto a sus “16 profetas”, monumentales esculturas instaladas en la cúpula de la Basílica de Lourdes.⁠  Considerada una de las tres escultoras más importantes en la historia de Chile, junto a Rebeca Matte y Marta Colvin.⁠

 

MATILDE PEREZ, ARTISTA CHILENA.

“Tal vez tenga un cerebro mágico, no sé. Más que cuadros, los míos son pensamientos”. ⁠

⁠Matilde Pérez fue una mujer atemporal, los años y las épocas nunca le impusieron nada que a ella no le interesara. ⁠ Huérfana de madre, a los 5 años supo que quería ser artista y sin proponérselo se transformó en la más vanguardista del arte moderno chileno.⁠

Desde sus inicios Matilde decidió que el arte figurativo le ponía límites a su capacidad expresiva y se embarcó en una búsqueda que la llevó a explorar distintos formatos hasta que en 1960 partió a París a estudiar un año becada por el gobierno francés.⁠

⁠Ahí conoció al húngaro Víctor Vasarely, de quien aprendió las posibilidades de la abstracción geométrica y adoptó el lenguaje cinético. Volvió a Chile y se dedicó a crear incansablemente esculturas, murales, collages, cuadros y grabados.  Siempre con el “ojo móvil”, durante décadas ajena a las modas y a la fama.⁠

Matilde murió a los 97 años, intacta mente moderna, lúcida y visionaria. Ganó montones de premios y reconocimientos pero no el Premio Nacional de Artes Plásticas: “Yo funciono para el que quiera conocerme. El que no quiera, está bien. No tengo responsabilidades con nadie. Nunca me he preocupado si en Chile me reconocen”.⁠

 

Isidora Aguirre, escritora y dramaturga chilena.

Autora principalmente de obras dramáticas de temas sociales que han sido representadas en numerosos países de América y Europa.

Una carrera de 50 años, ser la creadora de la famosa La Pérgola de las Flores y otra treintena de obras teatrales, hacen de Isidora Aguirre una de las mujeres más importantes de la dramaturgia nacional del siglo XX.

Hija de un ingeniero y de una pintora, Isidora Aguirre nació en 1919 en Santiago. Desde niña recibió una educación de tipo artístico y estuvo rodeada de intelectuales de la época, amigos de sus padres, como María Luisa Bombal, Pablo Neruda y su tía Esther Huneeus, la creadora de Papelucho. Antes de cumplir los veinte años realizó estudios de trabajo social, literatura, piano, ballet moderno y dibujo.

A sus 21 se casó con un español, con quien se mudó a París 5 años después. Los conocimientos aprendidos le sirvieron mucho para sobrevivir en la capital francesa donde trabajó de ilustradora, al mismo tiempo que continuaba estudiando teatro y cine. De vuelta en Chile, arriba de un trolebús se topó con el actor y director de teatro Hugo Miller, quien tras el encuentro, se convirtió en su profesor de dramaturgia en la Academia Chilena del Ministerio de Educación en 1952. Desde aquí la vocación de Isidora se vuelca por completo hacia el teatro hasta su muerte en 2011.

Así Isidora comenzó a trabajar con los teatros que estaban al alero de las universidades, como el Teatro Experimental de la Universidad de Chile y el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica, lugar donde estrena en 1960 su icónica La pérgola de las flores. La obra, musicalizada por Francisco Flores, desarrolla una historia donde el choque de clases, la comedia y música, la transformaron rápidamente en un clásico del teatro chileno y en la primera obra nacional en tener éxito internacional.

La mayoría del trabajo de Isidora Aguirre, estuvo siempre influenciado por los postulados teatrales de Albert Brecht, donde se planteaba el teatro con un compromiso social, piezas testimoniales que daban cuenta de los problemas de la época. Así, la dramaturga realizaba exhaustivas observaciones en terreno junto a una intensa investigación documental de manera de crear historias que vinieran de la realidad. Por ejemplo para Los Papeleros de 1962, la escritora pasó un mes viajando cada día a basurales periféricos de Santiago para ver cómo vivían y trabajaban los recolectores de papel. Isidora tenía la convicción de que sólo así podía escribir una obra que realmente retratara la realidad de la miseria, la explotación y la desigualdad social que existía en la labor de estas personas. Otras obras que se identificaron con esta metodología de creación desde hechos reales, fueron Población Esperanza, Los que van quedando en el camino y Retablo de Yumbel. Además de esta corriente realista en su trabajo, Isidora Aguirre escribió obras de carácter histórico como Lautaro. Epopeya del pueblo mapuche (1982) y Manuel (1990), inspirada en la vida de Manuel Rodríguez.

El éxito de las obras de Isidora Aguirre fue gracias a su preocupación y puesta en escena de los problemas sociales de la época, que la terminaron por convertir en una de las grandes dramaturgas chilenas del siglo XX. También fue una gran patrocinadora de la formación de grupos teatrales, donde ejercía de profesora y a la vez promovía la actividad teatral en provincia.